Luisa Liliana Gutiérrez Herrera

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“Calidoso”

Lo sucedido en Bogotá, el pasado 2 de mayo, con Marco Tulio Sevillano, conocido como “Calidoso”, quien fue sorprendido durmiendo y rociado con gasolina para posteriormente encenderlo en llamas, esto, en un caño ubicado en la Calle 39 con Carrera 7; como lo informaron los medios de comunicación,

o resume perfectamente el economista Andrés Villamizar, quien funge como Director General de la Unidad Nacional de Protección, en estos términos: «este tipo de tragedias comienzan a gestarse cuando una sociedad se da la licencia de llamar a seres humanos “desechables”» Se pregunta, ¿Tiene que ser quemado vivo un ser humano que habita en la calle para ser visto por la sociedad? Todo parece indicar que sí. Es más, hoy el Distrito a través de la Secretaría de Integración Social, en un acto de generosa humanidad, ofreció que asumirá los gastos funerarios.

Ahora bien, en el hipotético caso que la causa de la muerte de “Caldoso” obedeciera a la falta de atención en un hospital cualquiera de la ciudad – al que acudió en busca de atención producto de una herida de bala, o una puñalada. Por ejemplo – porqué se trataba de un “indigente” o mal llamado “desechable” ¿la indignación sería la misma? Sin temor a equivocarme, puedo decir que no.

El abandono del Estado frente a esta población, y en general de la sociedad que lo compone, es desbordado e inhumano. Ad portas de las elecciones, los candidatos están más pendientes de salpicarse uno a otro con sus escándalos “antijurídicos”, que de los problemas sociales que como consecuencia lógica terminan por generar la inseguridad que hoy nos aqueja.

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