Los tecnócratas y burócratas al servicio de los grandes intereses políticos y económicos del Estado, estructuraron la venta de ISAGEN a un precio en la bolsa por acción, que no representa el valor real de sus activos, casi de manera fraudulenta.
Tratándose de una de las empresas estratégicas más importantes en el sector energético del país, como colombiana me siento robada, porque el precio de venta fue muy por debajo del valor real. Sin duda, esa “subasta” benefició a unos pocos que querían venderla a toda costa. Veamos lo que se le entregó al comprador- Brookfield – para comprender la magnitud de la leonina operación que ha provocado la indignación a los ciudadanos del común. Al comprador se le entregó, en supuesta subasta, por 6.6 billones de pesos el 57.6 % de ISAGEN, siendo esta propietaria de nueve grandes centrales generadoras de energía, que se exponen a continuación :Utilizando como parámetro el costo en términos reales para este análisis, se parte de conocer el valor de la última central hidroeléctrica que se construyó en el país y que entró en operación en diciembre del año 2014: Hidrosogamoso, tuvo un costo de 4.3 billones; genera en su capacidad instalada 820 MW, siendo uno de los embalses más grandes de país.
La segunda central es la Hidroeléctrica de San Carlos, central eléctrica con mayor capacidad instalada en Colombia, cuenta con una generación de 1240 MW. Esta hidroeléctrica, comparativamente con Hidrosogamoso, si se tiene en cuenta la infraestructura, la capacidad instalada y el tamaño del embalse, su valor se estima superior a los 5 billones de pesos. La tercera central hidroeléctrica conocida como Hidromiel I, fue adquirida en el año 2.000 por 439 millones de dólares que a precio en pesos se aproxima a 1.6 billones y genera 356 MW en su capacidad instalada. La cuarta estación llamada Hidromiel 2, está generando 118 MW, tuvo un costo de 250 millones de dólares, valor equivalente en pesos a 0.8 billones. A las anteriores se suman tres centrales hidroeléctricas de menor capacidad que son: la Central Hidroeléctrica de Jaguas con una generación de 170 MW, con un valor que se estimó en 1 billón de pesos. La central trasvase Manso que genera 80 MW, su valor equivale a 0.5 billones.
La Central hidroeléctrica de Amoya, con capacidad generadora de 80 MW, ésta con un valor que se estima en 0.5 billones de pesos. De otra parte, está la central Hidroeléctrica de Calderas, que genera una capacidad de 26 MW, por valor de 0.2 billones de pesos. De igual forma, ISAGEN tenía una central eléctrica movida por fuerza calórica conocida como Termocentro, generando una capacidad de 300 MW siendo su valor estimado en 0.8 billones de pesos.
Así las cosas, el costo de las nueve centrales eléctricas estaría cerca a los 14. 7 billones, esto sin considerar factores como el valor de los recursos naturales, el costo del medio ambiente y factores biológicos y estratégicos que le agregan un valor casi incalculable para el país. En cifras gruesas el costo mínimo que debería haber pagado el inversionista Brookfield por el 57.6 % del valor de ISAGEN seria aproximadamente de 8.5 billones de pesos. En otras palabras, de entrada, Brookfield y sus socios de cuello blanco e intermediarios, se están llevando a sus bolsillos cerca de 2 billones de pesos y lo grave es que este descalabro ocurrió a plena luz del día sin que ningún órgano de control, llámese Contraloría General de la Republica, Procuraduría General de la Nación, Auditoria General o Fiscalía, investiguen al respecto. Haciendo un ejercicio de sentido común y rigor de análisis económico, se esperaría que los socios minoritarios de ISAGEN, si decidieran vender su 42.4 %, por lo menos lo hagan sobre el valor real, como corresponde. Basta que revisen cuanto es el valor efectivo de cada central eléctrica para que vean el detrimento fiscal y robo descarado, que sin temor a equívocos equivale a cinco carruseles de la contratación en Bogotá.